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domingo, 31 de enero de 2010

Reduciendo el comportamiento reactivo canino

Reducir el comportamiento reactivo canino

por Kathy Cascade P.T. Instructora de TTouch

Traducción: Mary J. Rodriguez M.A. (Hons), Cert. Ed.

Nota: Este artículo es un resumen de los conceptos y ejercicios presentados en el seminario S.A.N.E. Solutions for Extreme Dog Behavior® (Soluciones sensatas para los comportamientos caninos extremos).

Sin lugar a dudas enfrentarse a comportamientos caninos reactivos, agresivos o miedosos constituye un reto, y a menudo es tema de debates acalorados. Un perro que, tirando de su correa, se abalanza gruñiendo sobre nosotros puede ser intimidatorio e incluso peligroso. Desafortunadamente a menudo las reacciones humanas empeoran la situación. Lo mismo ocurre con ciertas técnicas de adiestramiento y manejo que sólo contribuyen a aumentar el temor y ansiedad del perro. Con la proliferacicón de leyes y normativas sobre “los perros peligrosos” y la cantidad de perros tildados de “agresivos” que terminan en los refugios caninos, es cada vez más imperioso encontrar soluciones eficaces y respetuosas a este problema.

En mi opinión los comportamientos reactivos suelen ser fruto del miedo, y se desarrollan como un mecanismo que le permite al perro afrontar situaciones que le producen estrés. (Prefiero utilizar la palabra “reactividad” ya que es un término que describe mejor la reacción específica, p.ej. ladrar o gruñir, que ocurre en un determinado contexto. Muchas veces la palabra “agresividad” conlleva una carga de “juicio” y la mayor parte de las veces no constituye una descripción fiel del comportamiento del animal). La primera prioridad de cualquier animal (o persona) es sentirse seguro. Todos conocemos la reacción instintiva de “luchar o huir” que se produce cuando uno se siente amenazado, pero ¿qué pasa cuando se elimina la opción de poder escapar a la cosa que nos da miedo? Cambia todo cuando el perro se ve amarrado con una correa corta o arrinconado en un espacio reducido sin escapatoria. No hay cosa que aumente la ansiedad más que sentirse “atrapado” cuando uno tiene miedo o está nervioso. ¡Imagínese cómo se sentiría si en la consulta del dentista lo amarrasen a la silla!

Los perros utilizan un lenguaje distinto al nuestro para comunicar su nerviosismo o preocupación, así que debemos aprender a observar su lenguaje corporal y las señales de comunicación más sutiles. Turid Rugaas ha descrito de manera elocuente lo que ella llama “señales tranquilizadoras,” que los perros emplean para comunicar sus buenas intenciones tanto a sus congéneres como a nosotros. En su libro más reciente "For the Love of a Dog, Understanding Emotion in You and Your Best Friend" (“Por amor al perro: comprender las emociones propias y de su mejor amigo”), Patricia McConnell comparte con sus lectores algunas magníficas fotografías de expresiones faciales y lenguaje corporal caninos. También desde la perspectiva de TTouch, sabemos que la postura y el equilibrio reflejan los estados emocionales. Reconocer estas claves visuales y responder a la necesidad del perro de sentirse seguro es el primer paso en el proceso que yo llamo “construir confianza una experiencia tras otra”.

Para abordar la reactividad hay que adoptar una técnica integrada que ayude a los perros (y a las personas) a reducir el nivel de estrés, fomentar la confianza y a adaptarse mejor a las circunstancias. El objetivo es brindarle al perro una experiencia nueva, la de sentirse seguro, relajado y en control de si mismo cuando se enfrenta a un reto o se encuentra en presencia de otros animales o personas, situaciones que anteriormente habrían suscitado una respuesta basada en el miedo.

El seminario S.A.N.E. Solutions for Extreme Dog Behavior® es un conjunto de conceptos, herramientas y ejercicios diseñados con el fin de alcanzar los objetivos arriba expuestos. Tellington TTouch es uno de los componentes clave de esta manera de abordar la situación. Sabemos que los estados de miedo, ansiedad y excitación están asociados a cambios fisiológicos dramáticos en el cuerpo debido a la liberación de poderosas hormonas y sustancias neuroquímicas. Una de las reacciones más básicas es el aumento de tensión muscular, lo cual afecta la postura y el movimiento. Con TTouch podemos contribuir a reducir este estado de excitación fisiológica y tensión muscular que es la razón fundamental de muchos comportamientos reactivos.

Comunicar de manera eficaz y no amenazadora es otro factor crítico en la reducción de la reactividad canina. Necesitamos herramientas eficaces para ayudar al perro a aprender a responder de otra manera. Amarrar la correa a dos puntos de contacto, uno en un cabezal y otro en un arnés por ejemplo nos permite quitarle la presión al cuello del perro (ver abajo) y al mismo tiempo dar señales más sutiles pero a la vez inequívocas con un mínimo movimiento de la correa.

Para poder darle al perro la oportunidad de sentirse seguro mientras aprende respuestas más apropiadas ante la presencia de otros perros (o personas), hay que involucrarlo en una actividad significativa. El movimiento elimina la sensación de estar atrapado, y con las frecuentes pausas, que le permiten experimentar un estado de equilibrio físico, también influimos en su estado de equilibrio mental y emocional. Podemos conseguir estos objetivos mediante el uso del Circuito de Aprendizaje®.

Reducir la reactividad: las claves del éxito

Eliminar la presión sobre el cuello.

Una de las primeras cosas, y de las más importantes, que podemos hacer – además con facilidad – es eliminar la presión sobre el cuello del perro. Incluso una mínima presión sobre el cuello restringe la respiración. En el momento de un encuentro que le produce miedo o ansiedad (Esto puede ser simplemente mirar otro perro o persona) cualquier sensación de estrangulamiento o de no poder respirar bien sólo sirve a aumentar la preocupación del animal. Además, si la correa está amarrada a un solo punto de contacto sobre el collar, no es precisamente la manera más eficaz de re-equilibrar un perro que está tirando de la correa o abalanzándose. Amarrar un extremo de la correa a un cabezal y el otro a un arnés o collar convencional elimina la posibilidad de ejercer una tensión constante sobre el cuello, y nos ayuda a conseguir que el perro vuelva a una postura equilibrada con las cuatro patas en el suelo. El cabezal también nos ayuda a persuadir el perro a dirigir su mirada hacia otro lado o a volver la cabeza (Ésta es una de las señales que transmite tranquilidad al otro perro), y esto se consigue con un movimiento mínimo de la correa.

Darle suficiente espacio al perro.

¡Un espacio adecuado es el factor más decisivo a la hora de evitar cualquier comportamiento reactivo y ayudar el perro a sentirse seguro! Si nos fijamos bien en las señales que nos dan, muy rápidamente podemos calcular el radio dentro del cual se siente seguro cada perro. Así, podemos empezar a introducir otro perro siguendo el proceso seguro y sistemático descrito a continuación. Muchas veces es más fácil alcanzar los objetivos si trabajamos al aire libre ya que de esta manera se dispone de un mayor espacio.

Empezar con un perro neutro.

Un perro neutro es un perro confiado, que transmite señales tranquilizadoras adecuadas y que – y esto es muy importante – ¡no reaccionará si el otro perro empieza a “gritarle”! A menudo un buen perro neutro es capaz de suscitar en el perro nervioso o miedoso una respuesta tranquila sin que la persona tenga que hacer nada.

Comprobar las emociones propias.

Es muy importante que la persona no reaccione ante las reacciones del perro. ¡A veces esto no es tan fácil cuando se trata del perro de uno! Mantener un estado emocional tranquilo, confiado y neutro cuando se trabaja con un perro reactivo puede influir enormemente en el estado emocional del perro. Eliminar tensión del propio cuerpo y ser consciente del propio equilibrio (pelvis neutro) nos hace mucho más operativos en caso de que el perro tenga una reacción brusca o nos quiera arrastrar hacia el otro perro. Una advertencia: si no se siente seguro trabajando con perros que reaccionan ante otros perros y/o personas, sobre todo a otras personas, entonces le aconsejo muy vivamente que busque la ayuda de un adiestrador o practicante de Ttouch experimentado.

El ejecicio de reducción de la reactividad.

Tal y como se afirma en TTouch, queremos crear un escenario que le permita al perro tener éxito. Esto quiere decir que haremos todo lo que esté en nuestra mano para crear una situación que le permita al perro sentirse seguro y que no provoque una reacción agresiva o miedosa. Hay que recordar que el disponer de un espacio adecuado es el factor crucial. Es importante permitir que el perro miedoso mire el otro perro. Sabemos de sobra que cuando algo nos da miedo ¡queremos saber dónde está y qué es lo que está haciendo! Pero, si la mirada es fija o el perro empieza a excitarse, entonces debemos simplemente pedir al perro que desvíe la mirada dando una leve señal al cabezal. Moverse o cambiar de dirección también pueden atraer la atención del perro de nuevo.

A menudo surge el tema del uso de premios cuando se trabaja con casos de reactividad y agresividad. Algunos métodos de adiestramiento utilizan la comida como una distracción primaria para evitar que un perro mire al otro y así evitar que se produzca una reacción. Yo estoy de acuerdo con el uso consciente de la comida y de premios en el adiestramiento, y a veces es una herramienta muy útil. Sin embargo, la comida también puede ser un estímulo demasiado fuerte que puede producir efectos contrarios a los que buscamos: nuestro objetivo es conseguir que el perro permanezca en un estado de tranquilidad y calma. Además, opino que el uso de la comida como distracción no necesariamente enseña al perro a sentirse confiado sino que simplemente evita la reacción de forma momentánea. Si el perro no se excita demasiado con la comida, entonces se puede utilizar de vez en cuando durante el ejercicio.

La dificultad de este ejercicio aumenta paso a paso de manera que la decisión de si es conveniente o no seguir al siguiente paso depende de la reacción del perro y de nuestra observación cuidadosa de su lenguaje corporal. También es importante que las sesiones sean cortas: lo normal es que duren de diez a veinte minutos.
Secuencia a seguir (Click on thumbnail to view larger picture).









Seguir el perro neutro a una distancia prudencial alrededor de un circuito circular p.ej. alrededor del Circuito de Aprendizaje. Las personas darán unos pocos pasos con los perros antes de detenerse momentáneamente para que los perros tengan la experiencia de estar en equilibrio sin sentir presión en la correa. Las pausas son cortas. Luego se ponen en marcha de nuevo. (En las fotos estamos trabajando para reducir la reactividad del pastor alemán).

Empezar a usar el Circuito de Aprendizaje. La primera vez que se pasa, el perro reactivo entra en laberinto cuando el perro neutro está a punto de salir. Los perros no se encuentran cara a cara en ningún momento. Poco a poco se reduce la distancia entre los perros. Otra persona puede situarse estratégicamente entre los perros cuando se encuentran de frente en el laberinto.

Caminar en paralelo. Ahora ambos perros caminan en paralelo pasando sobre los palos. Debe mantenerse una distancia prudencial entre ellos. Se repite este paso varias veces, a ser posible reduciendo la distancia de forma paulatina. Permitir que los perros se detengan cada pocos pasos para que tengan la experiencia de sentirse en equilibrio. Debemos estar atentos a cualquier señal tranquilizadora que emitan. ¡Cuando el perro miedoso emita cualquier señal tranquilizadora y desvía su mirada del otro perro considero que el ejercicio ha sido un éxito!

Caminar hacia el perro neutro y luego pasarlo. Una vez más otra tercera persona puede ayudar, caminando entre los dos perros en caso de que sea necesario. También se pueden utilizar conos para formar una barrera parcial. A ser posible ambos perros se detendrán cara a cara durante breves instantes.

Siempre hay que abandonar este ejercicio cuando se siente esa vocecita que dice: “Esto está saliendo muy bien. A lo mejor los perros podrían saludarse.” Digo esto un poco en broma, pero la verdad es que es importante abandonar el ejercicio cuando el resultado ha sido positivo. No debemos tentar al destino. Además, no es tan importante que los perros se saluden y muy rara vez lo permito durante el ejercicio de adiestramiento. Luego se puede introducir un segundo perro y el proceso comienza de nuevo.

Aparte de usar este ejercicio para que un perro miedoso se sienta más confiado en presencia de otros perros, ¡también lo he utilizado para introducir bicicletas, monopatines, caballos e incluso gente que lleva sombreros raros etc.!

Aunque éste es un método eficaz y positivo para fomentar la confianza de los perros y ayudarles a desarrollar un repertorio de respuestas adecuadas a las situaciones que se les pueden presentar, cualquier perro que haya demostrado un comportamiento de reactividad extrema o que tiene un historial de morder siempre constituye un riesgo de manejo. Es importante que la gente comprenda esta responsabilidad y que reconozca el compromiso necesario para trabajar con un perro con semejantes problemas.

© 2006 Kathy Cascade

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